TODA Mafalda.

30 sept 2020

Hasta siempre, Quino.

Tengo el corazón estrujado desde que escuché la noticia. Creo que la mayoría de las veces, cuando alguien se va, lo que más nos duele es pensar en cómo vamos a lidiar nosotros con esa ausencia y con esa puerta cerrada para siempre.

A mí me duele profundamente nunca haber encontrado la forma de mandarle una carta a Quino contándole cuánto influyó Mafalda sobre mi personalidad, sobre mis elecciones de carrera y sobre muchísimos aspectos de mi vida.

Me hubiera gustado describirle la emoción con la que todas las tardes agarraba el diario y, sin perder ni un segundo, llegaba hasta la página en la que estaba la tira de Mafalda. En ese momento del día, mientras esperaba que mi mamá terminara de dar clases y leía la tira comiendo un tostado en la cantina del colegio, me invadía una felicidad inmensa y simple. Me reía muchísimo, y cuando mi mamá llegaba, la aturdía con un millón de preguntas sobre todo lo que había leído.

Me hubiera gustado contarle que una de las navidades más hermosas que tuve fue cuando me desperté y estaba Toda Mafalda bajo el árbol. Yo no lo había pedido, pero mi papá se había enterado de que cuando vi el libro en una vidriera de Yenny me paré a observarlo con la boca abierta. Desde entonces ya no tuve que buscar el diario y conformarme con una sola tira por día, porque pude devorarme una tras otra y atesorarlas a todas en mi biblioteca. Sin dudas es el libro que más veces leí en mi vida, y podría volver a leerlo mil veces más sin cansarme.

Me hubiera gustado contarle, también, que hace muchos años iba caminando al colegio y conocí por primera vez a una nena que era tan, tan, tan fanática de Mafalda como yo. Empezamos charlando sobre eso y no paramos más hasta el día de hoy, en que somos mejores amigas inseparables.

Me hubiera gustado contarle que tenía tantas ganas de que todo el mundo conociera su obra, que a los 13 años abrí un blog exclusivamente para compartir las tiras de Mafalda. Y lo mantuve activo durante toda la adolescencia, con el único fin de que nadie se perdiera todo el ingenio, la agudeza y el exquisito humor que encerraba cada una de esas tiras.

Siempre tuve la ilusión de cruzármelo en una Feria del Libro y contarle todo esto en persona, pero fui dejando que el tiempo pasara y nunca se me cruzó por la cabeza la idea de contactarlo a través de sus redes. Hoy lamento profundamente no haberle hecho saber cuántas horas de alegría me dio esa nena justiciera y cuestionadora de 6 años, cuánto llegué a quererla con todo mi corazón y cuánto me ayudó a ver el mundo con otros ojos.

Ojala exista algo más después de la muerte, y ojalá estés leyendo todo esto. Gracias por tanto, tanto, tantísimo amor, Joaquín.




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